Un perfil del periodista y poeta Gamaliel Churata, extraordinario escritor peruano que consolidó la escritura de autor y le otorgó dignidad al indigenismo, hoy vuelto a revisar.
Por Eloy Jáuregui
Hibridismo 1. La primera vez que leí a Gamaliel Churata fue de oídas. Su hermano Alejandro Peralta, amigo de mi padre, dijo en un almuerzo en casa: “Él es de otro universo”. Don Alejandro también fue un notable poeta. De su libro “Ande” de 1926, César Vallejo le escribió: “Querido y grande poeta, su libro me ha emocionado, pueda estar seguro que sus poemas quedarán. Son ellos de los que andan y viven. Lo demás está en los estantes y eso nos tiene sin cuidado”. Pero fue en el verano de 1975, cuando en la casa que teníamos como refugio los jóvenes poetas de Hora Zero en la calle Torres Paz en Santa Beatriz, mientras leíamos “Paterson” de William Carlos Williams, sorprendidos por aquel texto emulsionado de poesía, prosa, collage e incluso con fragmentos de publicidad como una suerte de urdimbre épica, montaje de escenas, imágenes amalgamadas y escasez de verbos conectivos, cuando de pronto descubrimos el libro “El Pez de Oro” de Gamaliel Churata. Lo trajo el poeta puneño Omar Aramayo, amigo de todos nosotros, quien acababa de publicar su poemario “Axial” ese año. Fue un deslumbramiento más que un hallazgo.
Con el poeta Tulio Mora habíamos descubierto al verdadero Arturo Peralta Miranda, “Gamaliel Churata”. Mora lo conocía bien. Lo había investigado desde una línea que estaba a caballo entre la antropología y la literatura. Yo, como lingüista, había detectado otra dimensión de su cognición sociotextual compartida en el “El Pez de Oro”, uno de los textos más singulares de la literatura peruana del siglo XX. Cierto, el libro gozaba de una inexplicable oscuridad y permanente complejidad. Era un constructo polisémico y polifónico. Tejido en el huso del discurso mítico andino como estructura de totalidad discursiva, no sólo como escritura secuencial. En su “Ideología y política”, Mariátegui dice del libro de Churata que “ha devenido para inaugurar y organizar un debate; no para clausurarlo. Es un comienzo y no un fin”. Debate, digo yo, que empezara el trabajo de Omar Aramayo “El Pez de Oro, la biblia del indigenismo”, tesis sustentada en Puno de 1979. Y que sigue con la “Historia social e Indigenismo en el Altiplano” del Dr. José Tamayo Herrera, y hasta el estudio de Miguel Ángel Huamán, “Las fronteras de la escritura. Discurso y utopía en Churata” de 1994. Hoy tengo en mis manos el estudio de la profesora sanmarquina Guissella Gonzales Fernández: “El dolor americano. Literatura y periodismo en Gamaliel Churata” publicado por el Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos.
Hibridismo 2. La antropotextura de “El Pez de Oro” estaba oculta. Los documentos perdidos de su matriz se conocen hoy gracias al libro de la profesora Gonzales. Su trabajo remite a aquellos días de mayo de 1955 cuando Churata –desterrado en La Paz de 1932 a 1964– decide finalmente publicar “El Pez de Oro”. Fue un tarea descomunal. Había escrito demasiado. Tanta vida Churata, digo yo, convertido en trenza escribal. Vida intensa de vida, allá en las alturas bolivianas. En 1957 la Editorial Canata da a luz el robusto libro todavía desconcertado como un torete. (Sigue...)
Con el poeta Tulio Mora habíamos descubierto al verdadero Arturo Peralta Miranda, “Gamaliel Churata”. Mora lo conocía bien. Lo había investigado desde una línea que estaba a caballo entre la antropología y la literatura. Yo, como lingüista, había detectado otra dimensión de su cognición sociotextual compartida en el “El Pez de Oro”, uno de los textos más singulares de la literatura peruana del siglo XX. Cierto, el libro gozaba de una inexplicable oscuridad y permanente complejidad. Era un constructo polisémico y polifónico. Tejido en el huso del discurso mítico andino como estructura de totalidad discursiva, no sólo como escritura secuencial. En su “Ideología y política”, Mariátegui dice del libro de Churata que “ha devenido para inaugurar y organizar un debate; no para clausurarlo. Es un comienzo y no un fin”. Debate, digo yo, que empezara el trabajo de Omar Aramayo “El Pez de Oro, la biblia del indigenismo”, tesis sustentada en Puno de 1979. Y que sigue con la “Historia social e Indigenismo en el Altiplano” del Dr. José Tamayo Herrera, y hasta el estudio de Miguel Ángel Huamán, “Las fronteras de la escritura. Discurso y utopía en Churata” de 1994. Hoy tengo en mis manos el estudio de la profesora sanmarquina Guissella Gonzales Fernández: “El dolor americano. Literatura y periodismo en Gamaliel Churata” publicado por el Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos.
Hibridismo 2. La antropotextura de “El Pez de Oro” estaba oculta. Los documentos perdidos de su matriz se conocen hoy gracias al libro de la profesora Gonzales. Su trabajo remite a aquellos días de mayo de 1955 cuando Churata –desterrado en La Paz de 1932 a 1964– decide finalmente publicar “El Pez de Oro”. Fue un tarea descomunal. Había escrito demasiado. Tanta vida Churata, digo yo, convertido en trenza escribal. Vida intensa de vida, allá en las alturas bolivianas. En 1957 la Editorial Canata da a luz el robusto libro todavía desconcertado como un torete. (Sigue...)
(Fuente diario La República)
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