Entrevista
Francisco Durand. Investigador del poder económico, profesor de la Universidad de Texas, San Antonio. Presentó anoche la segunda edición de su libro La mano invisible en el Estado. Para Durand el actual gobierno hace extrema su cercanía con los grandes empresarios.
Rumi Cevallos Flórez.
¿Persiste la captura del Estado por los grupos de poder económico?
Sí. El libro se editó poco antes de las elecciones del 2006 y detrás del Estado había una estructura de poder económico que había logrado influir en él de manera organizada. Y justamente este gobierno, el de Alan García, confirma sin ninguna duda el hecho de la captura del Estado, entendiendo por esto que los intereses económicos logran acordar con los gobiernos entrantes un patrón de nombramiento (de funcionarios) en los puestos económicos del gobierno.
¿Qué diferencias hay entre los gobiernos de García, Toledo y Paniagua. O es la misma dinámica respecto al movimiento de los engranajes de los grupos de poder económico en el poder político?
El gobierno de García tiene una relación más íntima y estrecha con los empresarios nacionales y extranjeros. Toledo también la tenía, pero no había un presidente personalmente dedicado a recibir a los empresarios, a apoyarlos, a incentivarlos, a promocionarlos. Eso lo hacían los ministros y los funcionarios encargados del manejo económico. Paniagua recibía a todos. Era muy abierto, muy democrático. Nunca le cerró la puerta a nadie, pero no le gustaban las reuniones de lobbies, en las que le iban a proponer proyectos, porque él consideraba que esa no era su función. Toledo tampoco lo hacía. Esa es una diferencia muy importante.
¿Con García se acentúan esos vínculos?
Sí. Se hace más extremo y eso se evidencia claramente cuando se ve quién está en el ministerio de Economía, y en los ministerios económicos, y quiénes son los viceministros, que salen del mismo pool que yo llamo la familia neoliberal, que son técnicos calificados pero que tienen la orientación de favorecer a la empresa privada o a los empresarios.
No quieren cambiar el modelo
¿La intención es, básicamente, defender el modelo económico ?
Así es, para que no haya cambios. Y, si hay cambios, que sean para profundizar y para mejorar el modelo, pero no para limitarlo, revisarlo y mucho menos cambiarlo.
¿En beneficio de sus intereses empresariales?
Si hacen una defensa tan cerrada del modelo, si en cada reunión entre políticos y empresarios lo primero que le dicen es ‘por favor, no haga ningún cambio, mantenga la economía en curso en piloto automático’, quiere decir que les es altamente beneficioso. La pregunta es si lo que es bueno para los empresarios es bueno para el país. La respuesta en muchos casos es no, porque el interés público siempre tiene que estar por encima del interés privado, y no al revés.
¿Qué sospechas de estos vínculos tan cercanos?
Hay una posibilidad de que no solo se exhiba el proyecto. En general, las inversiones, a través de esa bendición presidencial al proyecto de inversión, se mueven con mayor celeridad. Todo el aparato estatal se mueve en función a eso. Eso puede ser un efecto negativo. Me parece que en ese juego de poder, aun si no hubiera colusión o corrupción, hay un privilegio al gran empresario que me parece injusto.
Estamos en vísperas de las elecciones presidenciales. ¿Persistirá la orientación de los grupos de poder para manifestar que el modelo económico debe seguir para que las obras, la generación de empleo y el crecimiento del país continúen?
Sí. Ellos tienen la gran preocupación de que no cuenten con partido conservador fuerte, con liderazgos que cale no solo en Lima sino que cale entre los pobres y en las provincias. Me parece que ellos estarían seguros con las candidaturas de Toledo, Keiko y Castañeda, que son todos pro modelo, pro aceptar que solo ciertos técnicos de ciertos empresarios ocupen los principales puestos del manejo económico del Estado. Pero, como en la reciente elección municipal, el pueblo puede elegir a alguien que no coincide con los objetivos que en este momento tienen los grandes empresarios. Entonces vienen el temor y la preocupación de que de pronto haya una gran sorpresa. Los hechos en las elecciones municipales, de que hay un sector de la derecha que se asusta y al mismo tiempo quiere asustar al país, son indicativos de que su manejo político en el mediano y largo plazo no está asegurado, porque puede haber sorpresas.
Luego del crecimiento en las encuestas de la candidatura de Susana Villarán la bolsa no se asustó. Siguió creciendo...
Así es. Y me parece que allí hubo una separación entre la visión económica pragmática concreta de los grandes empresarios que quieren garantizar su inversión. En la reciente elección se vio esa separación de la derecha política y la derecha mediática que jugó una carta exagerada para intentar cerrar el paso a Susana. Creo que hay un doble juego. Una cosa es la derecha económica y los grandes intereses corporativos de grupos y trasnacionales que son más pragmáticos y que deberían serlo si son inteligentes, y otra la derecha política que se asusta y que quiere asustarnos y que mostró un excesivo tinte dogmático.
¿Esto podría replicarse en las elecciones para presidente?
Sí. La elección municipal en Lima se polarizó. Y la elección presidencial se podría polarizar entre derecha e izquierda. La derecha cometió el error de polarizarla. No es que haya gente de izquierda, hay gente que se pone a la izquierda, incluso en los estratos A y B. Ya no hay la izquierda de antes, pero hay un sentimiento de izquierda, crítico, de ajuste y de cambio al modelo que puede ser expresado políticamente en una candidatura en la próxima elección. Eso lo dijo, por si acaso, Dionisio Romero en una entrevista que concedió al programa Cuarto Poder. Entonces las cosas no están claras. Ellos (los grupos de poder económico) tienen una incertidumbre política, una angustia política electoral, porque ellos no pueden manejar todos los votos por más que tengan tremendo poder económico.
“El presidente debe gobernar para todos”
¿Qué evidencia fáctica hay en la vinculación del presidente con el empresariado?
Nunca ha sido tan evidente. Él ha programado reuniones todos los meses con empresarios a través de su amigo Ricardo Vega Llona, ex presidente de la Confiep. Aparte de eso él admitió, luego de la salida a la luz de los petroaudios, que recibió personalmente a más de 1,200 empresarios para incidir en este compromiso personal de acentuar más sus lazos con la gran inversión. García en dos ocasiones ha escrito cartas a los empresarios chilenos invitándolos a venir al Perú, y él los recibe personalmente, los apoya y los promociona.
¿Y no es bueno que un presidente tenga cercanía con los empresarios para así generar inversión y empleo en el país?
Sí. Pero ¿para quién gobierna? El presidente debe gobernar para todos. Si él quiere promocionar el empleo, para eso están los ministerios. Esto, como una política semanal de contacto permanente, nunca lo he visto en ningún gobierno peruano ni en ningún gobierno americano. Es un invento de García. Y por otra parte, ¿qué pasa con los otros sectores sociales? ¿Por qué no recibe a los maestros, a los nativos amazónicos, a los pequeños empresarios? Todos quieren hablar con el presidente. ¿Por qué hay esta preferencia con los empresarios?
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